A inicios de 2020 me mudé a vivir sola, sin saber que dos meses después una pandemia se cruzaría por la vida del mundo… y la mía también. Ciertamente fue una experiencia única que, ahora que la miro en retrospectiva, impactó mi salud emocional y mental (y probablemente también la física, con el COVID o alguna de sus variantes, aunque nada grave, gracias a Dios). La mayoría de estos lo diré así: problemas fueron ocasionados por utilizar la pantalla de mi celular por las noches, les explicare mas adelante.
La pandemia se combinó (bastante mal) con mi primera experiencia de vivir sola. Mi yo conviviendo conmigo misma, compartiendo todo con mi propio ser individual (¿qué? Sí, ya sé, seguro me afectó mentalmente más de lo que creí, jaja).
Todo esto para decir que mi niña interior aún sentía, algunas noches, miedo de dormir dándole la espalda a la puerta de mi habitación. Pensaba que, en la noche, alguien —vivo o muerto— podría entrar (sí, ya sé, los muertos están muertos y soy hija de Dios, así que ellos no pueden hacerme nada… pero explíquenle eso a mi cerebro de aquel momento).
Así que mi plan maestro fue dormir dándole la espalda a la pared, y poner mi iPad con mi serie favorita reproduciéndose hasta que me quedaba dormida. Me hacía sentir acompañada.
Con el tiempo, empecé a notar que algunas noches me quedaba despierta hasta las 3 o 4 de la madrugada. Empecé a sospechar de “la famosa luz azul” y, tras investigar, descubrí que sí estaba afectando mi cerebro.
Y no, no es solo mi cerebro empírico el que reacciona: los estudios médicos y científicos también me han dado una palmadita en la espalda (y un pequeño jalón de orejas).
Exploremos 7 cosas que le pasan a tu cerebro cuando utilizas pantallas antes de dormir:
1. Tu cerebro se confunde y cree que aún es de día
La luz azul que emiten las pantallas (celular, tablet, televisión o computadora) inhibe la producción de melatonina, la hormona responsable del sueño. Esto le manda señales equivocadas a tu cerebro, diciéndole que aún no es hora de dormir, aunque sean las 11:00 p.m.
“En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).
2. Se altera tu reloj biológico interno
Tu cuerpo funciona con un sistema llamado ritmo circadiano, que regula los ciclos de sueño y vigilia. Las pantallas interrumpen ese ritmo natural y provocan insomnio, fatiga al día siguiente e incluso cambios de humor.
3. Te toma más tiempo conciliar el sueño
Aunque sientas que estás cansado, tu cerebro está hiperestimulado. Las notificaciones, sonidos y luces generan actividad cerebral que impide que entres en estado de relajación profunda.
4. Disminuye la calidad de tu descanso
Ver series o redes sociales hasta dormirte hace que el sueño sea más ligero y fragmentado. No alcanzas las fases profundas del sueño reparador, lo que puede llevar a cansancio crónico, falta de concentración y más ansiedad.
5. Se incrementa la ansiedad y los pensamientos acelerados
La exposición a contenido visual y emocionalmente cargado antes de dormir puede activar tu sistema nervioso y mantener tu mente activa pensando, comparando o preocupándose.
6. Reduces tu capacidad de memoria y enfoque
Dormir mal debido al uso de pantallas afecta directamente la consolidación de la memoria y tu capacidad de atención durante el día siguiente. Tu mente está dispersa y agotada.
7. Te vuelves menos sensible a la voz de Dios
Tal vez no lo ves así al inicio, pero una noche tras otra con pantallas ocupando el lugar de la paz y el silencio, te vas alejando poco a poco del hábito de escuchar a Dios.
El tiempo antes de dormir puede ser un espacio sagrado para orar, meditar en Su Palabra y dejar que Él ministre tu corazón.
¿Qué puedes hacer?
- Establece una rutina nocturna sin pantallas 30-60 minutos antes de dormir.
- Lee tu Biblia en físico o escucha una versión en audio con la pantalla apagada.
- Ora en silencio o escribe tus pensamientos en un diario.
- Usa luz cálida o velas en lugar de focos blancos o pantallas brillantes.
- Intenta acostarte y levantarte a la misma hora todos los días.
Desconectarte digitalmente puede ser la mejor forma de reconectarte espiritualmente.
Tu descanso importa. Tu mente importa. Y tu comunión con Dios también.
Cuidar tu noche no es un lujo, es parte de honrar a Dios con tu cuerpo y tu mente (1 Corintios 10:31).
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